Shock cultural (S.C.) – CAPITULO 15 del Libro Psicología del Turismo – Jorge E. Garzarelli

A poco de llegar a algún lugar desconocido aunque atrayente, elegido con mucha dedicación pero sorprendente por su estructura y deseado específicamente, puede llegarnos a suceder y de hecho sucede un acontecimiento personal que se ha llegado a denominar «culture shock».
Esta situación original que bien puede vivirse una o varias veces acorde con nuestra persona y el destino turistico al que accedamos, forma parte del inventario particular de cada turista o también de cada grupo turistico.
Es también, posible, que haya personas que «no lo sufran», porque de esto se trata: el shock cultural se sufre de diversas maneras.
Como el mismo concepto indica, el shock cultural es una suerte de impacto y como tal sorpresivo aunque relativamente previsible.
Algunas veces imposible de prevenir, este shock puede evaluarse en grados que van desde una forma débil hasta una forma más violenta.
Estas últimas pueden a veces hacer fracasar todo el objetivo de un viaje.
Objetivos que en la mayoría de los casos tienen que ver con el placer. Placer que de hecho se vincula con el tiempo del ocio.
Ocio que, en sus múltiples beneficios produce las llamadas 3D (ya dijimos algo de esto, véase pág. 25)

Descanso, Diversión y Desarrollo de la Personalidad

Por supuesto que podrían excluirse aquí algunos destinos turísticos como el de negocios o de congresos.
Pero esto es en forma relativa, ya que también en un viaje de negocios como de congresos existe el placer de los logros obtenidos ya sean de orden comercial o profesional.
Como observamos el placer por vivir» puede adoptar diversas y distintas manifestaciones.
Como señalamos anteriormente, el shock cultural afecta en forma diferente a cada persona, lo cual también depende del grado de madurez psíquica, fortaleza espiritual, nivel cultural, salud física y anhelo de felicidad que cada ser humano posea.
Para poder definir mejor un shock cultural convendría acercarnos a alguna conceptualización de lo que entendemos por cultura.
En términos generales podemos señalar que aún antes de nuestro ingreso al mundo humano tenemos alguna suerte de determinación cultural (por ej. el status de nuestra familia, lo que nuestros padres desean para nosotros, la cultura determinante en esos tiempos, etc.).
Si consideramos al hombre como un ser universalmente integrado en niveles físico-químicos, biológicos, psicológicos, sociales y espirituales y lo ubicamos dentro de un contexto cultural diferente, observaremos también como la cultura, al mismo tiempo que lo contiene, lo modifica y «obliga» a actuar acorde con sus leyes, reglas y patrones imperantes.
Los paradigmas culturales actúan de forma altamente coercitiva respecto de la genérica naturaleza humana.
Paradigmas que, periódicamente, pueden caer y originar otros modelos de vida.
La mayoría de las veces el nuevo paradigma sigue conservando el «sello anterior», pero incluyendo nuevas técnicas y modos de vida.
Los vertiginosos cambios en la tecnología actual, han producido, al mismo tiempo que un avance en nuestros modos de comunicación, un cierto aislamiento de la comunión interpersonal más profunda.
Nuevas realidades virtuales (que también son humanas por cuanto el hombre las produjo), han desplazado en algunas oportunidades a las clásicas relaciones humanas, en las que el centro es la persona.
Si todo este avance tecnológico fuera acompañado de filosofías contenedoras, posiblemente el impacto que las mismas producen en nuestro psiquismo hubiera sido menor y menos perjudicial.
Al mismo tiempo y, por efecto de estos prodigios tecnológicos nuestra concepción y vivencia del tiempo ha sido modificado.
El tiempo también entra dentro del «shock cultural». Ya sea por los viajes en avión en contra» o «hacia atrás» o «hacia adelante» (jet-lagincluido), cuando cambiamos de latitudes como, la simultaneidad de información y comunicación de datos de otros espacio-tiempo»; nuestra concepción tanto ordinaria como convencional y vivencial del tiempo es novedosa y sobre todo alterada.
Estudiando al hombre como una estructura integrada y considerandolo único y singular en medio de las diferencias universales y al mismo tiempo semejante a nuestros congéneres, responderemos al shock cultural de acuerdo con nuestro bagaje histórico personal.
Por lo tanto encontramos en esta «colisión» respuestas particulares diferentes y/o parecidas.
En este sentido y siguiendo criterios psicosociales, observamos dos grandes tipos de respuestas:
1 – las físico-químico biológicas y
2 – las psicosociales propiamente dichas.
Ambas conforman lo que denominamos un «síndrome personal».
Puede definirse al «sindrome» en este caso como un conjunto de signos y síntomas que, adquiriendo la forma de respuesta desorganizada, modifica la habitual conducta de las personas.
Entre las primeras encontramos:
  • reactivación de enfermedades anteriores o de síntomas
  • dolores de cabeza
  • mareos
  • fiebres intermitentes
  • diarreas
  • constipación
  • vómitos
  • alergias diversas
  • dermatitis
  • rash
Entre las segundas se hallarán:
  • fatiga psíquica
  • pérdida de la memoria inmediata
  • desorientación témporo-espacial
  • desconcierto
  • irritación social
  • molestias o mal humor de origen desconocido
  • ansiedades inmotivadas
  • angustias
  • fobias
  • pánico
Pueden darse y de hecho se dan, combinaciones de ambos tipos de respuesta.
Todo esto depende tanto de factores personales como de la influencia del medio a sobre el «imaginario social», o bien de las mismas vicisitudes del viaje.
Es posible que diferentes pueblos acusen el impacto del shock cultural de maneras diversas, de acuerdo a sus diferentes factores psicosociales.
El «shock cultural», puede durar poco o mucho tiempo dependiendo de la persona, del grupo, del medio nuevo, el impacto de culturas altamente diferenciadas por sus costumbres, gastronomía, arquitectura, religiones, etcétera.
Ahora bien, podemos decir que existen diferentes tiempos para el shock cultural el que se va conformando en forma paulatina y encadenada.
I- Primer tiempo
Es previo al viaje e incluye:
  • nerviosismo generalizado
  • mal humor
  • ansiedad
  • alguna diarrea
  • dolor de cabeza
  • relación alterada con el medio
  • fantasias catastróficas.
II – Segundo tiempo
Durante el viaje:
  • el temor al movimiento
  • el temor al viaje en si
  • medidas de autoprotección como rezar
  • malestares personales inmotivados
  • imposibilidad de permanecer sentado
  • la ansiedad por la llegada
  • la ansiedad oral (típica de comer la «maravillosa comida del avión»)
  • tomar pastillas o alcohol al finalizar el viaje: la recepción en la Aduana del nuevo país.
III – Tercer tiempo
El shock cultural propiamente dicho es causado por la «sorpresa vivencial e intelectual» del encuentro con lo anhelado, con aquello que constituye el objeto de nuestro Deseo. La Fantasia hecha realidad. Aquí el impacto se produce entre el mundo interno del viajero y el mundo externo.
IV – Cuarto tiempo
El a posteriori: el malestar de haber llegado al país de origen junto al apaciguamiento que produce lo ya conocido (el tipico «bife de chorizo»).
La alegría de poder viajar es tenida en algunas oportunidades por un cierto sentimiento de culpa que la misma «felicidad» produce en algunas personas. Son especialmente aquellas personalidades estudiadas que responden al concepto de «los que fracasan al triunfar», aquellas personas que no pueden, por un déficit en la estructura de su personalidad, sostener y contener el éxito y la alegría.

 

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