El cuerpo, esa maravillosa “máquina” hecha a imagen y semejanza de lo divino, emerge en esta tierra y desde esta tierra como el único medio por el cual es posible nacer, reproducirse y morir. Pero he aquí, que como no sólo de polvo está hecho el hombre, el cuerpo reserva en sí una fuente inagotable de hechos, sentimientos, aspiraciones, deseos, ideas, ilusiones, frustraciones, creaciones y también de amores y odios que lo hacen susceptibles de padecer y sufrir aquello que se le presenta como lo extranjero, lo extraño, lo totalmente otro.
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