Juan pensó que aquella mañana sería idéntica a todas sus mañanas. Se
equivocó.
Abrió la pequeña puerta lateral; entró; mientras se vestía el equipo de
trabajo, puso a calentar agua para el mate. Encendió la radio, esos tangos
matinales lo ponían de buen humor. A veces, no sabía por qué, se le aparecía
el recuerdo del viejo cuando, de vuelta del trabajo, se sentaba junto a la radio a
tomar mate; le decía: escuche, m’hijo, esto es música, nunca se olvide de su
padre ni del tango.
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