CAPITULO 2 – LOS GRIEGOS, HACEDORES DEL INCONCIENTE?

REPRESIONES

En un principio la palabra griega “mythos”, perteneciente al orden del hablar, no contrastaba con los “logoi”, término con valores de significación vecina y referido a las diversas formas de lo que se dice. A “posteriori”, se delimitará en Grecia, un campo específico para lo que pertenece al “mythos” y otro espacio para el “logos”.

Ya por su origen, ya por su historia, la noción de mito que hemos heredado de la cultura griega pertenecerá a una tradición occidental propia en la que lo mítico se definirá por “lo que no es”, en el sentido de una doble oposición a la realidad, o sea que el mito aparece como ficción, y a lo racional, por sus características de absurdo.

Ambas características aparecen francamente solidarias con aspectos propios de lo que en la teoría psicoanalítica reconocemos como inconciente.

Como todo pueblo de la antigüedad, el griego se preocupó por sus orígenes. Orígenes que se pierden en el tiempo mítico. Para los pensadores de este pueblo, se habrían dado generaciones de dioses que aparecen sin haber sido creados. En ninguna mitología griega encontraremos la noción de creación, tan habitual en las cosmogonías y teogonías de otras civilizaciones.

También, como otros pueblos, el griego, se preocupó por el tiempo y por el espacio.

En la Teogonía, es donde encontraremos la mayor cantidad de referencias a un espacio subterráneo, generándose “a posteriori” de Caos y de Tierra sede inamovible y perenne de todos “los inmortales que habitan la cima del nevado Olimpo”. Este mundo subterráneo, es llamado el Tártaro brumoso.

Los primeros habitantes (forzados a hacerlo), de este lugar, fueron los Hecatónquiros (cien brazos), monstruos de gran fuerza, vigor y estatura. Éstos fueron considerados indignos por su padre Urano, quien los odió desde el principio. Esto produjo un sentimiento de tristeza e indignación en la madre Tierra. Su deseo de venganza será llevado a cabo por su hijo Cronos, quien cortará los genitales de su padre. De esta primera castración nacerán una diosa y algunos monstruos y ninfas que pueblan el encantado y terrorífico mundo de los griegos antiguos.

UNA PRIMERA REPRESION

A esta primera represión hacia el mundo subterráneo de los tres hijos, Cottos, Briareo y Gías, podemos homologar el concepto de represión tal como es considerado en la teoría psicoanalítica.

Por causa de la represión se funda el Inconciente, conceptos que podemos constatar en las cartas Nros. 52 y 75 (en la copiosa correspondencia entre Freud y Fliess); en el capítulo VII de la Interpretación de los Sueños; en Instintos y sus Destinos (en los que la represión aparece como uno de los cuatro destinos de los instintos); en la Represión (perteneciente como el anterior, a la llamada “bruja” por Freud, su Metapsicología); en “El Block Maravilloso”, y en “Más Allá del Principio del Placer”. Es interesante observar que también en toda la obra mitológica este espacio subterráneo, no deja de existir nunca, desarrollándose en él, luchas, conflictos, etc., de tanta intensidad como las de “arriba”.

Es en la carta Nro. 52, fechada el 6.12.1896, en la que Freud señala su presunción de la estructura del aparato psíquico como una formación estratificada. Todo el material existente en forma de rasgos mnemónicos experimentaría de tanto en tanto un reordenamiento, tal como una nueva transcripción, de tal modo que la memoria no tendría una única versión, sino varias, transcriptas en distintas clases de “signos”. Del mismo modo que en el estudio de todas las represiones habidas, cuales fueran sus causas, en las diferentes mitologías, siempre terminan negando aunque sea en forma temporal el acceso a un “afuera” a aquello (en la mayoría de los casos, seres monstruosos, odiosos, horribles, incompatibles con el gusto de los mayores) que por tales u otros motivos, habrían sido reprimidos.

En el proyecto freudiano, podemos leer un paralelo de la represion con la mitológica.:

Tal concepto parece parafrasear el deseo de Urano; conciente de su repulsa por los Hecatónquiros. Nada quiere saber de ellos, y los condena a la ausencia de su memoria. Como veremos esta represión falla, tal como en los cuadros clínicos neuróticos, dando origen a un síntoma, en este caso, el relato mítico de esta falla y sus consecuencias.

Siguiendo la aclaración del esquema de las transcripciones, el

S.pcpc. (signo perceptivo), es el primer registro o transcripción de las percepciones, totalmente incapaz de llegar a ser conciente y estructurado de acuerdo con las asociaciones por simultaneidad”

Ics.” (Inconciente), es el segundo registro o transcripción ordenado de acuerdo con otras asociaciones, verbigracia, por relaciones causales. Los rastros ics. podrían corresponder a recuerdos conceptuales; también son inaccesibles a la conciencia”.

Podríamos hallar aquí a la zona referida por Hesíodo, cuando aclara que aquellos hijos odiados, atados con fuertes cadenas, confinados en la tierra de las grandes rutas, sufrían dolores y tormentos inconmensurables. Será tarea de dioses benévolos, los que por amor, los sacarían a la luz nuevamente, ya que con ellos se obtendrá una victoria de ilustre renombre. Tal el símil de la labor psicoanalítica.El analista obrará como Orfeo en busca de Eurídice, su amada.

La tercera transcripción será la “Pcs.” (preconciente, ligada a “imágenes verbales y correspondiente a nuestro yo oficial. Las catexias procedentes de este pcs. se consciencia de acuerdo a determinadas reglas. Esta “consciencia cogitativa”, secundaria es también cronológicamente secundaria y probablemente depende la activación alucinatoria de las imágenes verbales, de modo que también las neuronas de la consciencia vendrían a ser neuronas perceptivas, desprovistas de memoria en sí mismas” (S. Freud – 1968)

Zeus liberará de las cadenas y las tinieblas a los monstruos y le contesta Cottos, agradeciéndole la liberación y comprometiéndose con “sensata voluntad” y “obstinadamente” defender el poder de dioses y de hombres. Largo tiempo ha pasado desde el Uránida hasta Zeus, dios olímpico. Desde aquellos tiempos los Hecatónquiros aparecerán modificados, ya no sólo poseían cien brazos, sino que les habían crecido cincuenta cabezas. He aquí, resignificada la castración.

Retomando el esquema de las transcripciones sucesivas, podremos observar que éstas pueden homologarse al desarrollo del aparato psíquico en forma progresiva.

Más adelante, este autor, nos aclara que, al implantarse una nueva transcripción, inhibirá a la anterior, apartando de ésta al proceso de excitación e incorporándoselo. Pero cada vez que falta una nueva transcripción, la excitación deviniente será resuelta de acuerdo con las leyes que hubiesen acompañado el período anterior. Ante este anacronismo, en determinado lugar regirán antiguas leyes, originándose así las “reliquias arcaicas” (S. Freud – 1968)

Tal como el relato, los Hecatónquiros,podrían ser aquellas reliquias arcaicas, que solo bajo el efecto del poder magnífico de Zeus,saliendo a la superficie, ya modificados, es decir, representados.

¿Cuál habría sido el motivo por el que Urano los habría reprimido?

De acuerdo a nuestra lectura habría sido la provocación del displacer resultante de percibir lo horroroso. La falta de una traducción adecuada provocaría la represión, ya que el displacer resultante engendraría un trastorno del pensamiento, lo que a su vez impediría el proceso de traducción. Aquí, Urano frente a lo monstruoso, no habría podido realizar un proceso de traducción adecuado, reprimiéndolo tal como se da en el relato. La pregunta estaría dada en el terreno de la sexualidad y el origen de la monstruosidad. Mientras que el padre no soporta al monstruo (la castración), la madre la sostiene y en este caso la defiende.

Cuando hacemos referencia al principio de Placer-Displacer, es inevitable ligarlo de un modo inequívoco a la Represión. Represión que, primordialmente estaría ligada a la evitación de situaciones displacenteras, las que siendo reprimidas formarían los restos arcaicos, que consolidarán “lo inconciente”.

Tal como si Hesíodo, intuyera magistralmente que en lugar subterráneo solo existiera lo reprimido, aquello imposible de ver, el horror, lo siniestro.

Es interesante el paralelo de la obra de Hesíodo con la carta 64 (1897), en la que Freud señala que a menudo tenía la sospecha de que algo orgánico habría intervenido en el proceso de la Represión, vinculando la misma al cambio en las sensaciones olfatorias en el caso de la adopción por parte del hombre de la bipedestación, con lo cual la nariz se ha alejado del suelo, de tal modo que también lo habrían sufrido otras series de sensaciones ligadas a la tierra que habrían sido sumamente interesantes.

Una mención interesante del mismo tema se encuentra en el historial del “Hombre de las Ratas”, quien acompañó su vida de extrañas mitologías.

OTRA REPRESION

Pero hay un tipo distinto de represión que es la que se producirá por regresión, tal como la que se ejemplifica en el sueño.

En la Metapsicología encontraremos que Freud señala que, uno de los destinos del instinto puede ser el tropezar con algunas resistencias que den por resultado el despojo de su eficacia.

Ante la presencia de un empuje interno, el yo no puede huir, como en el caso de un estímulo displacentero, externo.

He aquí un notable parangón con lo mítico:

Calirroe, hija del Océano, unida a Crisaor, alumbró a varios monstruos prodigiosos. Uno de ellos, Equidna, que se arrastra en las entrañas de la tierra divina, poseyendo su antro en la tierra (como observamos, algo monstruoso pero con permiso de circular, tal como ciertas fantasías que circulan con total libertad, de las que no nos podemos desprender, y cuyo contenido nos produce todo tipo de sensaciones displacenteras); se une con Tifaon (un terrible, insolente y sin ley), y de esta monstruosa unión nacerá otro monstruo, el “feroz Cerbero, perro del Hades, con cincuenta cabezas y voz de bronce, impúdico y fuerte”. (Hesíodo – 1978)

Este perro estará siempre a las puertas de los Infiernos, permitiendo o no la entrada de los muertos. Pero, sobre todo, su principal función será evitar la fuga de alguno de los ya mortales, hacia el mundo externo.

Este Hades mencionado anteriormente, será el dios que habita todos los palacios subterráneos. Un dios de implacable corazón, no obstante haber tenido por hermanos a otros dioses gloriosos, hijos, también como él, de Rea y de Cronos.

Este can Cerbero, sería expresión fuertemente metafórica del sujeto de la represión.

Pero como sabemos no todo instinto es siempre reprimido. Si todo lo instintual fuese reprimido, la vida no sería, de hecho, posible.

Algo puede ser satisfecho. Algo la represión deja salir. También a ese perro absurdo, lo puede sobornar.

Si nos dirigimos a la práctica clínica, es posible observar que en ella la satisfacción de un instinto puede traer placer en un lugar y provocar displacer en otro. Sobre este último actuaría la Represión.

De este modo, la esencia del mecanismo de la represión consistirá en rechazar y mantener alejados de la conciencia a ciertos y determinados elementos, aunque no a todos.

Habrá, evolutivamente, una represión primitiva, en la que las representaciones del instinto se verán ligadas en su acceso a lo conciente, de modo tal que queden fijadas e inmutables a través del tiempo, al instinto que estén representando. De ese lugar imposible de representar darán cuenta los canales obscuros, brumosos, subterráneos que conforman el Tártaro brumoso. El infierno griego.

REPRESION LEGALIZADA

La segunda represión que será llamada propiamente dicha, es la que va a recaer sobre las ramificaciones psíquicas de aquellas representaciones “primariamente” reprimidas, así también como la de cualquier idea o conjunto de ideas que hayan estado en contacto asociativo con las representaciones de instinto.

Será éste un proceso secundario y más complejo que la represión primaria. Este proceso lo considero encarnado en la figura también compleja y arbitraria del can Cerbero. Pero que aparece también en segundo lugar, como figura represiva.

Esta conceptualización sería incompleta si no se tuviera en cuenta la gran atracción que todo aquello primitivamente reprimido, ejerce sobre lo que ha entrado en su contacto. Estas dos fuerzas actúan de común “acuerdo”. La represión, de igual modo no podrá impedir que el instinto perdure en lo que denominamos Inconciente, organizándose y creando diversas relaciones.

Pero por fallar la Represión, casualmente, es posible llegar a “ver” algo de ese Inconciente, obscuro, subterráneo como el Tártaro.

Entre las características del proceso llevado a cabo por la Represión, encontramos que éste labora de un modo particular e individual. Su levantamiento es solo temporal, sumamente móvil y continuado, ejerciendo una represión constante sobre lo conciente, por lo que para mantener el equilibrio, la homeostasis del aparato psíquico será necesario, entonces una represión constante de sentido contrario, llevada a cabo por el Yo. Tal situación, obviamente, requerirá un constante gasto de líbido. Tal relación podría originar conflicto. Conflicto que no sólo se dará entre instancias internas, sino entre mundo interno y mundo externo.

LAS LUCHAS DEL INFIERNO

En el texto que venimos siguiendo, podemos leer asimismo que hubo tiempos de luchas y de guerras dolorosas, en las que se enfrentaban unos a otros en terribles combates, tanto los dioses llamados Titanes nacidos de Cronos, unos desde el Otris (al sur) y otros desde el Olimpo (en Tesalia). Era una guerra que había durado diez años, sin descanso alargándose la misma para todos. A posteriori del discurso divino que libera a los monstruos del Tártaro, se origina la terrible batalla. Todo se agitaba, desde la llanura hasta la cumbre del Olimpo. Tal estremecimiento llegó hasta el Tártaro mismo. De un bando a otro iban y venían proyectiles (piedras) que los lastimaban y arrancaban gemidos de dolor.

Toda el agua del Océano había entrado en hervor. Y el mismo Zeus, había dejado de estar presente, mostrando su valor con poderosas armas (el trueno, el relámpago y el rayo) compartió el fragor y el ardor de semejante revuelta. El texto indica que el mismo calor divino llenó el Caos (la totalidad de las cosas que del mismo fueron naciendo; aquel espacio abierto vinculado al bostezo universal), de este modo se había querido expresar la importancia de las energías en pugna. Todo parecía como si la Tierra y Urano se precipitasen el uno sobre el otro.

Por último, declinó la sangrienta batalla.

Este relato bien parece estar haciendo referencia a un terrible temblor de tierra ocurrido hacía mucho tiempo. Pero a los efectos de nuestra interpretación, deduciremos otros conceptos.

Como hemos señalado anteriormente, la represión trabaja en forma constante. En el texto que seguimos, tal concepto aparece explicitado cuando los Hecatónquiros expulsaron a los Titanes a la tierra de las largas rutas y después de vencerlos, aunque aquéllos eran valientes, lograron sujetarlos con dolorosas ligaduras.

Este concepto queda aclarado cuando Hesíodo describe las distancias que existen entre la tierra y el Tártaro brumoso:

Un yunque de bronce, cayendo del cielo durante nueve noches y otros tantos días llegaría a la tierra en el décimo. (Igual que desde la Tierra al Tártaro brumoso). Nueve noches y otros tantos días un yunque estaría cayendo desde la tierra; en el décimo llegaría al Tártaro”. (Hesíodo – 1978)

Interesante descripción de los espacios que separan los mundos, ligados a los tiempos de recorrido de un yunque. Tiempo y Espacio amalgamados para dar cuenta de una estructura.

Desde nuestro punto de vista para que se genere un conflicto entre las instancias, se hace necesario un aumento significativo de las magnitudes de energía con las que esté cargado el instinto. De aquí que el factor cuantitativo sea tan importante. Factor cuantitativo que en el relato hesiódico también hace su emergencia.

Debe enlazarse a la idea que acompaña al instinto, otro elemento que también representa a lo instintual y que sucumbe a la represión.

Nos referimos al montante de afecto que se ha separado de la idea y encuentra expresión en otro tipo de procesos vinculados a la sensación.

El destino de la idea, por causa de la represión, será el de desaparecer de la conciencia, si fuese conciente, o ver negado su paso a la misma si tuviese en vías de llegarlo a ser. Mientras que el destino que seguiría al factor cuantitativo podrá ser, la total represión sin dejar rastro alguno o aparecer bajo la forma de otro afecto y por último transformarse en angustia. Sería entonces, la angustia, el quinto destino de un instinto.

Angustia, metaforizada en el texto por las dolorosas ligaduras y su efecto sobre la vida de los Titanes, impedidos temporalmente de ejercer su fuerza en libertad, tal cual, su naturaleza.

De la forma en que se reprima y lo que se primacíe en la represión y de lo que escape como síntoma y vuelva como retorno de lo reprimido, darán cuenta los diferentes cuadros neuróticos. En este caso, posiblemente por efecto de la sublimación del autor, lo que retorna como reprimido haciendo síntoma, es un texto, que con notable exactitud nos conduce por los caminos del instinto, la represión y el inconciente.

Es el breve pero condensado artículo que Freud escribiera en el año 1924, titulado “El Block Maravilloso”, donde este autor vuelve a hacer gala de su gran intuición, para volver a tomar el tema de la represión, esta vez modelándola a un block aparecido en esa época que algunos quizás hemos llegado a conocer, el que servía para escribir y borrar lo escrito por el solo despegamiento de una de las capas que le servían de cobertura a la hoja sobre la cual se imprimía lo que se intentaba recordar, pudiéndoselo borrar, luego por el sencillo procedimiento del deslizamiento de aquélla.

De un modo similar, considero que ciertos textos míticos, desprenden desde sus antiguos contenidos, conocimientos que, curiosa y notablemente “dicen” de conceptos que el Psicoanálisis ha estudiado exhaustivamente. El retorno a tales textos nos permitirá aclarar tales conceptos a través de la historia, no siempre clara y diáfana de los hombres de otros tiempos, pero, como nosotros, preocupados también, por el origen del ser y de las cosas.

A las conceptualizaciones previas, referidas a la represión, podemos añadir aquélla que, por estar inmersos en el lenguaje, proviene directamente de éste, sobre todo “instalado” en nuestro aparato psíquico, en la forma de instancia. Instancia superyoica. Abreviando, podríamos esquematizar los conceptos referidos en un cuadro que a pesar de ser incompleto, nos permitiría apreciar cronológicamente la interrelación filo-onto-genética.

Si deseáramos encontrar un representante de esta represión llevada a cabo desde el lenguaje, represión super-yoica, el texto nos brinda un excelente ejemplo, cuando serán los dioses titanes, quienes por mandato de Zeus, serán ocultados en “el amplio espacio, al extremo de la gran tierra”.

Otro modelo de represión superyoica, lo encontraremos en lo llevado a cabo por las crueles Parcas (Cloto, Láquesis y Atropos, las que en el momento del nacimiento otorgan el mal y el bien a los mortales), siendo ellas, las encargadas de perseguir cualquier tipo de transgresión, ya sea de dioses, ya de los hombres. Estas diosas no cesan jamás en su terrible e implacable persecución, de castigar duramente a aquél que comete alguna transgresión.

LO INCONCIENTE

Si bien pertenece al Psicoanálisis el descubrimiento de las leyes y procesos del Inconciente, tan rechazado y controvertido por las diferentes corrientes ideológicas de ese momento; el Inconciente, siempre existió, desde el momento en que el hombre fue hombre, y habló. Y desde los inicios de su habla, el Inconciente mostró su impronta, su marca, su huella, aquello que seguimos para tratar de llegar a esa tierra de “largas rutas” y encontrar lo que lo funda. Quizás como Poseidón que habiendo colocado sus puertas de bronce, rodea todo el lugar del Infierno con un muro impenetrable.

Quizás encontramos a Gías, Cottos y Briareo, guardianes de Zeus, quizás nos encontremos las fuentes y los amplios y penosos confines de todas las cosas, de la obscura tierra, del mar infecundo y del cielo estrellado. Quizás llegáramos alguna vez a ese “gran abismo a cuyo fondo no se llegaría ni al cabo de un año, si se entrara por sus puertas. Aquí y allá caería una violenta borrasca sobre otra, terrible monstruosidad aún para los dioses inmortales”. (Hesíodo – 1978)

Ese será el lugar del Inconciente caracterizado por un gran movimiento energético que acompañan a todas las representaciones del mismo. Representaciones que “dicen” de lo instintual.

Estos procesos se encontrarán en toda la actividad anímica, en forma más o menos encubierta. Un ejemplo de ello, interesante en toda su extensión, lo muestra el “soñar”, con sus típicos movimientos, desplazamiento y condensación. Ese soñar que tanto se parece a un teatro interno, absurdo y atemporal.

Como sabemos, todos los procesos del Inconciente se desarrollan “fuera” del tiempo lógico, tal como habitualmente lo conocemos.

De este modo, podemos afirmar (existen otras razones que más adelante estudiaremos), que el Inconciente se halla fuera del Tiempo, tal como tantos poetas y filósofos, indicaban respecto de los dioses. Estos, serían “atemporales” , eternos porque no entran en la Rueda del Tiempo.

Si poseemos ideas que aunque nos angustien (casualmente por la emergencia mínima y temporal, aunque suficiente de lo Real = núcleo básico del Inconciente ); ideas de eternidad, no sería acaso por esa percepción obscura, penumbrosa de esta atemporalidad de nuestra estructura nuclear?

Como en todo sistema, en cualquier orden de la naturaleza y de las ciencias humanas, existirán principios que regirán sus procesos. En el caso del Inconciente este principio lo reconocemos, Principio del Placer-Displacer.

Entre las cualidades del sistema Inconciente, encontraremos: la falta de contradicción, el proceso primario, la atemporalidad y la total sustitución de la realidad externa, por una propia, interna e independiente.

Es así que si seguimos nuestra lógica habitual, en el que lo verdadero se irá a vincular con la objetividad, la unicidad, la conformidad del hecho con principios lógicos, una correlación con la realidad y su comunicabilidad, el Inconciente evaderá tales conceptos. La Verdad de lo Inconciente, deberá ser encontrada por otros caminos. En esta instancia, lo mítico prevalece

sobre lo racional, lo oculto sobre lo develado, lo interno sobre lo externo. Un mundo del revés en toda su extensión.

Un mundo del abajo, “morada funesta de la noche infernal, allí enclavada, envuelta en sombrías nubes”. (Hesíodo – 1978)

Una interesante homologación, habituales en el pensamiento freudiano, entre el Inconciente y lo mitológico, lo encontramos en la siguiente afirmación: “El contenido del sistema inconciente puede ser comparado a una población primitiva psíquica. Si en el hombre existiera un acervo de formaciones psíquicas heredadas, o sea algo análogo al instinto animal, ellos serán, los que constituyan el nódulo del sistema inconciente “. (S. Freud – 1948)

Recordemos de paso, que este sistema inconciente es el que contiene las primitivas cargas de objetos que provienen tanto de la realidad externa como de la interna. El Tártaro ya existía cuando fueron arrojados los Hecatónquiros!

Este sistema que caracteriza a lo inconciente, que difiere del inconciente colectivo de Jung, no fue el único que apareció en aquellos tiempos para dar cuenta de los procesos que aparecieron novedosos, a pesar de siempre haber existido en el hombre. Entre ellos mencionaré a título de anécdota al inconciente génico de Szondi, que se opondrá a la conceptualización de Freud y de Jung. Otro concepto de inconciente mucho más importante es el que nos plantea como un conjunto de estructuras, como un refugio de particularidades individuales, lo que hace de cada uno de nosotros un ser irremplazable. El inconciente será designado por una función simbólica específicamente humana, que en todos los seres seguirá las mismas leyes. Leyes de estructura de naturaleza intemporal. Para Levi-Strauss, ya en el psicópata o en el hombre normal, primitivo o civilizado, toda la vida psíquica y las experiencias posteriores se organizarán en función de una estructura propia, exclusiva, que tendrá origen bajo la acción catalizadora de un “mito inicial”.

Nos señala este autor que “El inconciente (…) es siempre vacío o más exactamente, es tán extraño a las imágenes como lo es el estómago a los alimentos que lo atraviesan. Organo de una función específica, de limita a imponer leyes estructurales o elementos inarticulados que vienen de otra parte y esto agota la realidad; su realidad; pulsiones, emociones, representaciones, recuerdos”. (C. Levi-Strauss – 1980)

Ya sea el mito recreado por el sujeto o sacado de la de la tradición de estas fuentes, individual o colectiva (entre los cuales se producen constantemente interpretaciones e intercambios ), el inconciente solamente extrae el material de imágenes sobre la cuál opera, pero la estructura es siempre la misma y por ello se cumple la función simbólica”. (C. Levi-Strauss – 1980)

Estas definiciones fueron y aún son fuertemente criticadas pero pueden adquirir un nuevo sentido por efecto de la radical distinción entre subconciente, como receptáculo temporal de recuerdos e imágenes coleccionados en el transcurso de la vida y estando este material disponible para ser usado; y el inconciente propiamente dicho.

Formando parte del inconciente , encontraremos a esa zona periférica (recientemente mencionada), intermedia entre aquel y el sistema Cc., que tendrá por función, fundamentalmente, la sustitución de la representaciones. En este sistema encontramos la capacidad de relacionar entre sí los contenidos de las representaciones, de manera que puedan influirse mutuamente, ordenándose temporalmente siempre y cuando hayan podido atravesar las censuras características.

Aquí es donde la realidad externa comienza a jugar su papel en el sentido en que es aquí donde todo debiera ordenarse para poder ser entendido.

Será éste, acaso, el lugar donde podríamos colocar a Noche y Hémera (día), quienes viven una cerca de la otra, conversando entre sí y recorriendo el gran suelo de bronce. Cuando una entra la otra sale por las puertas, jamás la morada encierra a ambas al mismo tiempo. Mientras una, estando afuera, recorre la tierra, la otra permanece en el interior de la casa aguardando su retorno y la hora de su propio viaje.

Para los que viven sobre la tierra, una tiene la luz que todo lo penetra (Hémera), mientras que la otra lleva entre sus brazos a Sueño y Thánatos; esta será la Noche funesta, envuelta en las sombras tenebrosas.

¿Será este lugar donde encontraremos a Atlas hijo de Jápeto, condenado a sostener, erguido firmemente, el ancho cielo sobre su cabeza y sus infatigables brazos?

Probablemente podamos incluir en este sistema a las leyendas, como un tipo especial de producción preconciente, con contenidos obvios y directos del inconciente, que habiendo atravesado la censura previa, adquirirían en este lugar, una forma determinada para poder ser dichas, entendidas y aceptadas. Sería un modo especial de decir algo que de otro modo sería rechazado. De tal modo es notable inferir que ciertas ramificaciones del sistema PreCc., devienen concientes, ya como formaciones sustitutivas, como síntomas, generalmente después que han sufrido profundas deformaciones. En otros casos permanecerán inconcientes, si bien por su naturaleza podrían hacerse concientes. En ellas vencería la atracción del sistema inconciente.

Cabe añadir que el contenido del sistema PreCc. (o Cc.), procede en gran parte de la vida instintiva y en parte de la realidad externa. De este modo el inconciente también, aunque levemente podría ser afectado por los estímulos externos, ya que casi siempre las vías del sistema Percepción-Cc., permanecen abiertas. Sistema que se parecería a ese “axis mundi”, conceptualizado por Eliade, en el que se conecta lo más profundo con lo más alto. Lo subterráneo, la tierra y el cielo.

Por ese lugar, transitarán tanto Hermes, mensajero de los dioses, o Iris, la hija de Taumante, también como Hermes de pies veloces, cuando entre aquellos se suscite alguna disputa a ser consultada con los de “abajo”.

Será en ese abajo, donde encontraremos la morada de los hijos de la Noche sombría, Sueño y Thánatos. El primero, sereno y dulce para los hombres, recorriendo la tierra y el mar; el segundo de corazón de hierro alma de bronce, implacable en su pecho. Thánatos, odioso no solo para con los hombres, sino también odiado hasta por los dioses. Habitantes del Tártaro brumoso – habitantes, los dos del Inconciente.

En ese lugar de tinieblas, adonde el sol, nunca llega, vivirán el dios de la tierra, el fuerte Hades y la temible Perséfone.

Será en el mismo relato que seguimos, que ocurren otras desgracias y aventuras. Zeus arroja del cielo a los Titanes, después de lo cuál, la enorme Tierra, engendra a Tifeo, por gracia de la áurea Afrodita. De los hombros de este monstruo emergían cien cabezas de serpientes, siendo abrasador el fuego de las miradas de todas las cabezas. Este monstruo hablaba, emitiendo toda clase de “acentos irreproducibles”, ya para dirigirse a los dioses, ya imitando animales tales como el toro y el león, ya como cachorros de perro o bien produciendo silbidos que eran devueltos por los ecos de las montañas. Metafórica leyenda que haría relación con el discurso de la psicosis o con aquel otro del inconciente, que debe ser traducido y retraducido una o varias veces para lograr decodificar el deseo.

Pero por poco tiempo logra el poeta sostener tal aberración, y haciendo intervenir a Zeus, quien reuniendo el trueno, el relámpago y el rayo, se lanza desde el Olimpo, hiere a Tifeo, destruyendo de una vez por todas sus cabezas, ultimándolo a golpes. De no haber sido así, este monstruo hubiera reinado sobre los mortales e inmortales. Cae Tifeo mutilado, mientras gime la enorme tierra y Zeus arroja al monstruo al ancho Tártaro.

Como es notorio, el tema de la castración vuelve una y otra vez, a lo largo de toda la mitología griega. Cronos mutilando a Urano, Zeus ultimando a Tifeo, más adelante Perseo venciendo a Medusa.

Será por medio del sistema Cc., que nuestra realidad interna se conectará con el medio externo y viceversa. Este sistema se caracterizará por su temporalidad y su inevitabilidad perceptiva. Es una línea relativamente demarcada, un límite del orden perceptivo, siendo en sí mismo un soporte de todas las percepciones. Es este sistema el que nos permite orientarnos en el mundo, aún cuando su actividad no pueda en mucho ser comparable a la del sistema que lo funda.

DESDE LACAN

Anteriormente hemos hablado de discurso del inconciente, metaforizando en la figura “hablante” de Tifeo. Si hemos seguido la ruta freudiana del inconciente y si hemos introducido el tema del discurso, no dejaremos de mencionar a Lacan, quién retomando la “residua conceptual ortodoxa”, propone una relectura de Freud, sentando sus bases en la perspectiva estructuralista y con una orientación que desde algunos ángulos puede leerse como filosófica del Psicoanálisis.

Para Lacan, el inconciente se estructurará como un lenguaje, pero no cualquiera, sino uno propio. Lenguaje estructurado por medio del cuál, como si de operaciones lingüísticas y figuras retóricas se tratara, se esclarecerían las formaciones del inconciente.

Este inconciente no será definido tanto por lo que es, como por lo que, casualmente no es; por aquello que falta en los agujeros de la comprensión. Señalo que utilizamos el término comprensión porque el saber , en la teoría lacaniana , será asignado solo a lo inconciente. Tal como se dijo antes, el saber estaría en los dioses. El inconciente definido de este modo, no es una especie que remita a una realidad psíquica solamente, o a aquel círculo de lo que no tiene atributos de conciencia. Designará también a la sensación, a la ilusión, a la herencia, lo pasional, etc.

De hecho la definición lacaniana de inconciente seguirá la ruta de lo negativo.

Aquella conceptualización lacaniana del inconciente, será solo posible de ser pensada en la articulación de su estructura, que consiste en tener efecto de habla. Tal el mito, que habla de estructuras de origen desconocidos. El inconciente tendrá la estructura de ese “habla”, de ese “lenguaje”. He aquí un punto de concordancia en su forma de discurrir.

Pero, como hemos dicho, el inconciente no será una lengua cualquiera. Es una lengua cerrada, de ahí que para que hable y diga y se llegue a comprender lo que dice, será necesario, una interpretación exhaustiva de su polisemia, con lo cuál se llegaría al re-encuentro de su único y exclusivo significado real, su verdadero sentido.

Para esto, la presencia del analista, actuará desde el desciframiento, y la decodificación, de ahí que le haga decir a Lacan, que el inconciente es el discurso del Otro.. El analista deberá responder a las fragmentaciones para reconstituir una unidad perdida por fragmentaciones (“spaltungen”), previas. Como si fuera un trabajo de arqueología, el Sujeto (Sujeto del inconciente), deberá ser descubierto por su situación de “spaltung” del significante. En otro lugar, el mitólogo deberá reconstituir, a partir del del discurso de los diferentes relatos y leyendas, aquellas unidades ya fragmentadas, “mitemas”, que conforman los significados verdaderos, aquello que se ha querido decir y que por efectos de las elaboraciones secundarias, aparecen como carentes de algún sentido. Un trabajo similar al del analista, sin que se realice la ya reconocida transferencia, característica del proceso analítico, pero haciendo un tipo especial de “rapport” sobre el texto que el mito le proponga.

Esta lengua que hablamos sería una especie de comunicación (de lo imposible), en la que el emisor recibe su propio mensaje invertido desde el receptor.

Tal la recepción del mito.

En una breve referencia al algoritmo de lo inconciente señalamos:

S significante

___ “Spaltung” (barra)

s, s1, s2… significados (1, 2, n)

que en nuestro lenguaje, el mensaje vendrá desde el Otro. Ese Otro que metaforizará al inconciente freudiano. De este modo, nuestro lenguaje estará hecho de presencias y de ausencias. De esto dará cuenta el deseo (deseo por la falta, por la incompletitud constitutiva, por la carencia, por la castración, tantas veces mencionadas en los relatos míticos), que nos dice que señalemos, que si de inconciente se trata, ese discurso será del otro con una gran O. Con esto indicará a un más, donde el reconocimiento del deseo se ata con el deseo de reconocimiento. Re-encuentro, porque encuentro hubo uno solo y para siempre perdido, (como en el mito de Sísifo). Toda nuestra vida tratará de ese “Re” que insiste en su repetición , costumbre para poder vivir. Precariedad del sujeto en tanto individuo que busca su re-instalación en el orden alguna vez perdido. Lo que se re-busca es aquel objeto primordialmente perdido que funda el deseo del hombre.

Será en ese inconciente, donde siempre hallaremos la otra escena, (“eine andere Schanplatz”), que en los mitos estarán ubicados en lugares eternos de tres dimensiones inter-ordenándose: Urano, Tierra, Tártaro. Esto suena conocido para la “escucha psicoanalítica”.

ACERCA DE LO ENCERRADO

Aquella escena de la que hemos hablado, le estará prohibida al individuo; será un lugar inaccesible. Solo podrá mostrarse montada en Sueños, Actos fallidos, Síntomas, Fantasías, Chistes y según este texto, Mitos propios o Mitos colectivos, productos éstos todos del gran Otro, escondido en su gloria para poder seguir viviendo, en todos éstos, sus productos.

Así como la palabra del analista será el medio que posibilitará captar las “razones” y las “verdades” del discurso del Otro en su relativa intencionalidad, será tarea del mitólogo el descubrimiento de las “razones” y las “verdades” del relato, mítico, engrampado en la fantasía creadora del poeta.

No puede ser acaso posible que de lo inconciente, del Otro, o como más adelante pueda llegar a ser denominado, no todo haya sido dicho? El inconciente siempre dará que hablar. El inconciente siempre hablará, hasta que la humanidad desaparezca.

Quizás muera primero el hombre, luego su inconciente. Quizás porque como señala el poeta:

Un hombre solo, es mucho para un hombre solo”.

¿Que diferencia habría entre decir que el mundo subterráneo está lleno de fantasías y que el inconciente (nuestro mundo subterráneo), está lleno de fantasmas?

Bien podríamos decir por extensión que todo lo que es subterráneo pertenece al adentro de algo, realizando transposiciones lógicas entre los significantes: lo subterráneo = lo ctónico = lo que está de bajo de la tierra. Tierra que es morada del hombre; “Khthón” que representa a la tierra como morada del hombre, pero de un hombre muerto, lugar donde se encamina su alma (Psiké), separada del cuerpo, luego de su muerte final.

Merece destacarse que Tierra es Gea o Madre, pero que Gea en el sentido que lo usaremos puede ser tanto, país, región, comarca o mundo. Recordamos así que Gea es la tierra personificada, esposa de Urano y madre de Titanes y Cíclopes.

¿Que diferencia habría entre estos Titanes y Cíclopes y algunas de aquellas fantasías terribles, monstruosas, gigantescas que pululan en nuestro incierto mundo interno y que no solo en nuestra infancia, sino en nuestra actualidad producen malestares, inseguridad, incertidumbre?

También recordemos que en lo ctónico, se conservará siempre el significado de algo que, subterráneo, actúa como lugar de castigo. Un ejemplo de esto lo encontramos en la Teogonía con aquellos primeros hijos monstruosos que Urano detestó por su fealdad. Otro lo observamos en aquellos Titanes que lucharon contra Zeus y que habiendo sido vencidos, fueron enterrados pasando a formar parte de los dioses subterráneos. Algo de su dignidad fue conservada.

Será en los cultos ctónicos (anteriores a la religión olímpica, oficial de Grecia), donde encontraremos a Hades (hermano de Zeus) y a su esposa Perséfone, como dioses, objeto de veneración, cultos que subsistieron en las religiones mistéricas (dionisismo, orfismo, eleunismo) de fuerte arraigo además, entre las creencias populares de aquellos tiempos. Algunos de cuyos ritos persisten en el cumplimiento de todo aquello que tenga que ver con lo fúneb

LOS FANTASMAS

Desde una perspectiva psicoanalítica, estas descripciones de las “realidades espaciales” (arriba, aquí, abajo), muestran la necesidad de los pueblos de ubicar esos relatos fantásticos, como productos de su inconciente.

La fantasía, siendo el germen de todos sus relatos, habría pasado a formar parte de su estructura social.

De ahí que, si colocamos al Deseo en el lugar del padre, a la Fantasía como madre, un digno hijo será el Mito, formalizando entonces una familia de naturaleza psicomítica.

Respecto de la fantasía podemos leer en el Manuscrito M 2, de las Notas II, de Freud que: “las fantasías se originan por la combinación inconciente de lo vivenciado con lo oído, siguiendo determinadas tendencias. Estas tendencias persiguen el propósito de tornar inaccesible el recuerdo del cual han surgido o podrían surgir síntomas (…) (S. Freud – 1968)

Será en las fantasías donde, partes de la realidad externa han quedado separadas del individuo, por causa de que aquella, ha sido sometida al dominio del Principio del Placer-Displacer.

Es así que las fantasías actuarían amortiguando a la realidad que se presente traumatifzante.

Será desde este mundo fantasmático, de donde los procesos neuróticos extraerán su material para formar nuevos productos en estos casos optativos, los que por regresión a épocas reales anteriores que hayan resultado más gratificantes y satisfactorias, producirán efectos más tranquilizadores en la época del conflicto.

Algo de la realidad se perderá en este proceso.

En casi todas las afecciones neuróticas y/o psicóticas del hombre, se encuentran estas pérdidas de la realidad.

El que sea tal o cual tipo de afección, dependerá entre otras cosas del grado de pérdida y del cómo y cuánto sea afectada la estructura del individuo.

En casos extremos se llegará inclusive a “sustituir” la realidad externa por esta nueva “realidad”, la que obrará entonces como tal.

Si la regresión producida es leve, emergiendo una estructura neurótica, la fantasía ocupará un papel protagónico, pero si aquella es más profunda, otro proceso, que actuará como un fenómeno recuperatorio, la alucinación, ocupará su lugar.

A mi entender, esta sustitución de aquella realidad inmediata, es la que tendría lugar en todas aquellas fiestas de los antiguos, consideradas “sagradas”, fuera del tiempo ordinario, del tiempo habitual.

Tiempo y espacios sacralizados en los que se exalta “la anterioridad”, el “origen”.

Fiestas que se realizan generalmente en el “centro” de un espacio físico que las consagra simbólicamente.

Todo en ellas es posible, ya que todo está alterado en función de una fantasía que predomina en toda la comunidad de que se trate, La fantasía de una unión mística con los dioses originales.

Fiestas, éstas en las que también, bajo el efecto de la regresión, se hacen posibles ciertas transgresiones, actuando los participantes, directamente bajo el predominio del Principio del Placer-Displacer.

En todos esos casos, se haría posible (siguiendo siempre determinados rituales, incluso para la transgresión misma), que el hombre “primitivo” de cauce y rienda suelta a sucesos primarios, generalmente de orden sexual con los que quedarían actualizados sus orígenes y su historia posterior.

Ocurriría que, para que se sostenga alguna Ley, periódicamente habría que transgredirla. Claros- obscuros del hombre. Dialéctica del deseo ya que si no hubiese prohibiciones tampoco habría que desear.

Como podemos observar en este recorrido, ha habido desde siempre ciertos temas fundamentales que el hombre ha tratado de explicar de diversos modos y con diferentes sentidos.

Esta inseparabilidad del hombre con la naturaleza (con una realidad que, como la griega estaba poblada de dioses), bien puede ser leída, desde lo interno, como aquella misma inseparabilidad del hombre con su propia naturaleza inconciente.

Naturaleza de lo obscuro, de lo que se intenta esconder, pero que, alguna vez vuelve, descubriendo alguna “razón”, alguna “verdad”.

Alguna verdad que desde el Tártaro brumoso, sea tan similar a las verdades que devienen desde el inconciente.

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